domingo, 13 de julio de 2008

Confesiones de otoño


Me da vértigo el punto muerto
la marcha atrás,
y las multitudes,los frenos automáticos y el olor a gasolina.
Me angustia el cruce de miradas desechables
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da nostalgia la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop y los pasos perdidos.
Me agobian las presiones,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpoa conquistar la Tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden caramelos
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
las interminables filas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido.

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